Tienes un listado actualizado de procesos que generan polvo, humos, vapores o neblinas.

Has identificado qué sustancias pueden afectar al personal (polvos respirables, solventes, gases, etc.).

Cada proceso está vinculado a su riesgo principal (inhalación, explosividad, corrosividad, olor fuerte).

Existe un responsable claro de actualizar este inventario cuando cambian procesos o materias primas.

Se han realizado mediciones del ambiente laboral en las áreas críticas (no solo “a ojo”).

Comparas resultados con límites de exposición establecidos en normas o hojas de seguridad.

Tienes identificadas las zonas rojas (mayor exposición) y las zonas verdes (riesgo bajo).

Se documentan acciones correctivas cuando una medición sale fuera de especificación.

La ventilación general de tus naves está calculada (flujo de aire, renovaciones por hora, confort térmico).

Las fuentes puntuales (tolvas, descargas, mezcladores, hornos) tienen campanas y ductos de captación.

Cuentas con colectores de polvo, lavadores de gases o gabinetes de filtro adecuados al tipo de contaminante.

Hay evidencia de que los equipos realmente capturan y filtran (no solo “están instalados”).

Existe un plan de mantenimiento preventivo para colectores, scrubbers, ventiladores y extractores.

Registras presión diferencial, cambios de filtros, limpiezas y paros en formatos estándar.

Se da seguimiento a alarmas y desviaciones (por ejemplo, presión alta, baja succión, fugas visibles).

Puedes mostrar al auditor historial de mantenimiento de los últimos 12–24 meses.

Tienes procedimientos escritos para: operación de colectores, ventilación general, respuesta ante fugas/emisiones.

En tu matriz legal/ambiental aparece claramente la NOM-010-STPS y otras normas relacionadas con aire y agentes químicos.

Tu sistema de gestión ambiental (ISO 14001) incluye el control de emisiones al aire como aspecto ambiental significativo.

Las auditorías internas revisan no solo papeles, sino también el estado real de los sistemas de ventilación y filtración.

El personal sabe qué riesgos hay en su área (polvo, humos, vapores) y cómo protegerse.

Se capacita a operadores y mantenimiento en el uso correcto de colectores, scrubbers y ventilación.

Hay canales claros para reportar olores fuertes, nubes de polvo o fallas de extracción.

Estos reportes se registran y generan acciones de mejora, no solo “se quedan en comentarios”.